lunes, 1 de abril de 2013

La hija pródiga


Hoy, después de dos meses arreglo mi bolso… no llevo muchas cosas porque creo que no estaré mucho…
Hoy, cual “hija pródiga” vuelvo al gimnasio.
Vamos a ver, he estado de viaje, entonces no me daba tiempo. Intenté hacer ejercicios por mi parte. Organicé una rutina de tres días a la semana dónde haría bicicleta estática y otros ejercicios aprendidos con los “Oliveros”. Así, no perdería el hábito y de paso me ahorraría la mensualidad.

¿Qué tal el experimento?

Primero, no intentes seguir una rutina física mientras estas de viaje, entre el Jet Lag y celebraciones, la gula, pereza y otros pecados ganan a cualquier fuerza de voluntad. Claro está con mayor razón a la mía… porque prácticamente no existe.

Segundo, ya en casa siempre encuentro otra cosa que hacer, además mi cabeza me da vueltas con todos los problemas que hoy tengo (y tiene la mayoría): buscar un trabajo, llegar a fin de mes, la corrupción, la ILP, Chipre, el euro, la prima, la tía y la suegra… vamos, que no, que tengo cosas más importantes en mi cabeza que ponerme a dar pedales.

Tercero, me da vergüenza que me vean haciendo ejercicios, siempre se me viene a la cabeza la imagen la hipopótamo haciendo ballet de “Fantasía”.

Pero, mis pecados, mis pensamientos y mi vergüenza habitan en un cuerpo que ya empieza a molestar manifestando su necesidad de movimiento, me duele la espalda, el brazo, la pierna y si me apuras un poco, los dedos de las manos. Y es que en el gimnasio, entre entrenadores y compañeros te animan a dar ese minuto más que el día anterior. Además, cuando ya el cuerpo no te permite otra cosa que ver el cronómetro y pensar “cuanto me falta”… ese minuto… el cerebro se olvida de Chipre, la bolsa y lo mal que va el mundo… nada, que mejor me doy prisa.

Así que hoy después de dos meses arreglo mi bolso; no llevo muchas cosas porque creo que no estaré mucho (y espero que me riñan poco).

jueves, 3 de enero de 2013

Propósitos de año nuevo


Cada año que comienza nos proponemos pequeñas e importantes metas: dejar de fumar, leer más, estudiar un idioma, hacer ejercicio, perder peso. Claro está que todo esto se plantea en vacaciones… porque después de la primera semana dejamos atrás esos propósitos que nos dejan ir, sabiendo que en unos meses… volveremos a intentarlo.
Hablemos del ejercicio. ¿Por qué se deja?...a mí que me digan lo que quieran, pero el primer motivo es pereza, lo sé, no hay que auto engañarse (si no fuera porque me obligan en casa, lo hubiera dejado unas cuantas veces). Contra eso no puedo decir nada que no haya dicho en entradas anteriores… dicen que llega un día en que es el cuerpo el que “te pide” ese ejercicio, claramente ese día no me ha llegado y mis discusiones internas sobre “moverme y no moverme” ya son parte de mi personalidad.

Otra razón es el tiempo. El día tiene 24 horas, de las que teóricamente, 8 dedicamos a dormir, 8 a trabajar y 8 al tiempo libre… bonita teoría. Pero los que vivimos en este planeta sabemos que con suerte dormimos 6 horas, al trabajo dedicamos 11, y las otras 7 estamos agotados por no dormir… así que la poca energía que queda la utilizamos en la familia, hacer la compra, la colada, cocinar, limpiar, sacar al perro, trámites, plantearnos el día siguiente y con suerte lo único que ejercitamos es la muñeca sujetando el mando de la tele. ¡Qué triste! Pero es real. Entonces llega eso de “no tengo tiempo, ni para mí”.

Les voy a contar el gran descubrimiento que he hecho haciendo ejercicio. A mí me gusta estudiar y escribir, además de tener que hacer todo lo de la lista anterior. Pues resulta que para hacer todas esas cosas necesito a mi cerebro ¿Lo sabíais? Bueno, yo me lo había imaginado, pero descubrí que mi cerebro está envasado en un cuerpo y a través cuerpo se alimenta, oxigena… es decir, funciona. La mente necesita que nuestra sangre circule para mantenerlo sano. Tanto es así que según el doctor Luis Rojas Marcos 20 minutos, 3 veces por semana previene la depresión. El cuerpo enseña al cerebro cómo trabajar.

Salir a caminar, consolas que estimulan el movimiento, ejercicios en casa, piscina, gimnasio. De todo lo más rápido de dejar, para algunos, es el gimnasio; Implica moverse de casa, utilizar indumentarias poco favorecedoras, escuchar música traída de una macro fiesta, exponerse a otras personas con todas las debilidades de nuestro cuerpo. Pero por otro lado, un buen centro deportivo, ofrece ventajas como el tener profesionales que te guían, compañeros que te animan y por qué no decirlo unas “VISTAS ESTUPENDAS”. A ver, que hay que reconocer que esa es una ventaja, tengo unas compañeras que no sé como lo hacen… pero salen igual de peinadas que como entran…utilizan esos pantalones ridículos de ciclista ¡Y LES QUEDAN BIEN! Y los compañeros… prefiero no dar más detalles que el lunes no me dejan entrar por la puerta. Aun que no creáis que por ir a un gimnasio encontrareis chicas guapas y muchachos agraciados… no señores, que seguro que lo primero que veréis es a mí, con mi cara sudorosa, despeinada y kilos agarrados a las caderas.

Todos necesitamos propósitos y 20 minutos para nuestro cuerpo… para nosotros mismos es una forma de renovarse… yo como hago más que eso tengo claro mi propósito de año nuevo, bajar una talla… eso si me dejan entrar a las Olivas después de esta entrada…