Cada año que comienza
nos proponemos pequeñas e importantes metas: dejar de fumar, leer
más, estudiar un idioma, hacer ejercicio, perder peso. Claro está
que todo esto se plantea en vacaciones… porque después de la
primera semana dejamos atrás esos propósitos que nos dejan ir,
sabiendo que en unos meses… volveremos a intentarlo.
Hablemos del ejercicio.
¿Por qué se deja?...a mí que me digan lo que quieran, pero el
primer motivo es pereza, lo sé, no hay que auto engañarse (si no
fuera porque me obligan en casa, lo hubiera dejado unas cuantas
veces). Contra eso no puedo decir nada que no haya dicho en entradas
anteriores… dicen que llega un día en que es el cuerpo el que “te
pide” ese ejercicio, claramente ese día no me ha llegado y mis
discusiones internas sobre “moverme y no moverme” ya son parte de
mi personalidad.
Otra razón es el tiempo.
El día tiene 24 horas, de las que teóricamente, 8 dedicamos a
dormir, 8 a trabajar y 8 al tiempo libre… bonita teoría. Pero los
que vivimos en este planeta sabemos que con suerte dormimos 6 horas,
al trabajo dedicamos 11, y las otras 7 estamos agotados por no
dormir… así que la poca energía que queda la utilizamos en la
familia, hacer la compra, la colada, cocinar, limpiar, sacar al
perro, trámites, plantearnos el día siguiente y con suerte lo único
que ejercitamos es la muñeca sujetando el mando de la tele. ¡Qué
triste! Pero es real. Entonces llega eso de “no tengo tiempo, ni
para mí”.
Les voy a contar el gran
descubrimiento que he hecho haciendo ejercicio. A mí me gusta
estudiar y escribir, además de tener que hacer todo lo de la lista
anterior. Pues resulta que para hacer todas esas cosas necesito a mi
cerebro ¿Lo sabíais? Bueno, yo me lo había imaginado, pero
descubrí que mi cerebro está envasado en un cuerpo y a través
cuerpo se alimenta, oxigena… es decir, funciona. La mente necesita
que nuestra sangre circule para mantenerlo sano. Tanto es así que
según el doctor Luis
Rojas Marcos 20 minutos, 3 veces por semana previene la
depresión. El cuerpo enseña al cerebro cómo trabajar.
Salir a caminar, consolas
que estimulan el movimiento, ejercicios en casa, piscina, gimnasio.
De todo lo más rápido de dejar, para algunos, es el gimnasio;
Implica moverse de casa, utilizar indumentarias poco favorecedoras,
escuchar música traída de una macro fiesta, exponerse a otras
personas con todas las debilidades de nuestro cuerpo. Pero por otro
lado, un buen centro deportivo, ofrece ventajas como el tener
profesionales que te guían, compañeros que te animan y por qué no
decirlo unas “VISTAS ESTUPENDAS”. A ver, que hay que reconocer
que esa es una ventaja, tengo unas compañeras que no sé como lo
hacen… pero salen igual de peinadas que como entran…utilizan esos
pantalones ridículos de ciclista ¡Y LES QUEDAN BIEN! Y los
compañeros… prefiero no dar más detalles que el lunes no me
dejan entrar por la puerta. Aun que no creáis que por ir a un
gimnasio encontrareis chicas guapas y muchachos agraciados… no
señores, que seguro que lo primero que veréis es a mí, con mi cara
sudorosa, despeinada y kilos agarrados a las caderas.
Todos necesitamos
propósitos y 20 minutos para nuestro cuerpo… para nosotros mismos
es una forma de renovarse… yo como hago más que eso tengo claro mi
propósito de año nuevo, bajar una talla… eso si me dejan entrar a
las Olivas después de esta entrada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario