Hoy, después de dos meses arreglo mi
bolso… no llevo muchas cosas porque creo que no estaré mucho…
Hoy, cual “hija pródiga” vuelvo
al gimnasio.
Vamos a ver, he estado de viaje,
entonces no me daba tiempo. Intenté hacer ejercicios por mi parte.
Organicé una rutina de tres días a la semana dónde haría
bicicleta estática y otros ejercicios aprendidos con los “Oliveros”.
Así, no perdería el hábito y de paso me ahorraría la mensualidad.
¿Qué tal el experimento?
Primero, no intentes seguir una rutina
física mientras estas de viaje, entre el Jet Lag y
celebraciones, la gula, pereza y otros pecados ganan a cualquier
fuerza de voluntad. Claro está con mayor razón a la mía… porque
prácticamente no existe.
Segundo, ya en casa siempre encuentro
otra cosa que hacer, además mi cabeza me da vueltas con todos los
problemas que hoy tengo (y tiene la mayoría): buscar un trabajo,
llegar a fin de mes, la corrupción, la ILP, Chipre, el euro, la
prima, la tía y la suegra… vamos, que no, que tengo cosas más
importantes en mi cabeza que ponerme a dar pedales.
Tercero, me da vergüenza que me vean
haciendo ejercicios, siempre se me viene a la cabeza la imagen la
hipopótamo haciendo ballet de “Fantasía”.
Pero, mis pecados, mis pensamientos y
mi vergüenza habitan en un cuerpo que ya empieza a molestar
manifestando su necesidad de movimiento, me duele la espalda, el
brazo, la pierna y si me apuras un poco, los dedos de las manos. Y es
que en el gimnasio, entre entrenadores y compañeros te animan a dar
ese minuto más que el día anterior. Además, cuando ya el cuerpo no
te permite otra cosa que ver el cronómetro y pensar “cuanto me
falta”… ese minuto… el cerebro se olvida de Chipre, la bolsa y
lo mal que va el mundo… nada, que mejor me doy prisa.
Así que hoy después de dos meses
arreglo mi bolso; no llevo muchas cosas porque creo que no estaré
mucho (y espero que me riñan poco).
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